miércoles, 29 de junio de 2016


IMÁGENES PARA UNA NACIÓN:
 LOS LIBERTADORES EN LA PINTURA
DEL  “MULATO”  JOSÉ GIL DE CASTRO
Chile, Argentina y Perú


                                                          Por: Sonia Arteaga
                                                                           Museo Afroperuano
Resumen

El presente trabajo esta compuesto por dos partes. La primera parte, gira en torno al sujeto-artista José Gil de Castro, el pintor de los libertadores. Se indaga entorno a la trayectoria que siguió un artista de origen “mulato”, la manera como se fue posicionando dentro del campo artístico-cultural de la época (inicios del siglo XIX) y la recepción crítica de la que ha sido objeto su obra.
En la segunda parte, se realiza un abordaje analítico de los retratos de los libertadores que realizó  Gil de Castro.  Precisamos que los retratos no solamente significaron símbolo de poder y prestigio para una clase dirigente, sino que también respondieron a la necesidad de imaginarse como una nación independiente. En este proceso histórico y permanente de imaginar la nación, los retratos de los libertadores se convirtieron en una mecanismo simbólico para construir la comunidad nacional.

1. NUEVAS MIRADAS A LOS RETRATOS DE GIL DE CASTRO
Hemos  ido anotando líneas anteriores que el retrato fue durante el período de la independencia el nuevo soporte visual e ideológico para los protagonistas de la independencia.
Se trata pues de una obra por encargo que consigna la historia inmediata. Pero también es un manifiesto político. Los personajes  se muestran de frente con los atributos de sus funciones, los signos de poder y las condecoraciones obtenidas.
En este sentido, los retratos de Gil de Castro plantea cuestiones de realidad histórica e ideológica, pero también una nueva mirada para el análisis de las representaciones visuales de las sociedades independientes (la formación de la nación).
En este sentido, los lienzos de Gil nos plantea un problema de perspectiva, en la medida que es importante considerar diferentes dimensiones de análisis[1], en especial aquellas que están relacionadas con el tiempo histórico y con la idea de la construcción de una nación.

BERNARDO O’HIGGINS
Gil de Castro realizó cuatro retratos del padre de la patria chilena. Fueron pintados en diferentes años.  El último de ellos, fue pintado en la ciudad de Lima.
El primer retrato que pintó fue en 1820. Aquí Bernardo O’higgins aparece de pie, cuerpo entero con ligera inclinación hacia la izquierda. Tiene puesto el uniforme militar chileno, con el grado  de Capitán General. Lleva además la banda de fundador y de gran oficial de la Legión de Mérito de Chile.  O´higgins porta un sable dorado con dragones y una insignia de la Legión de Mérito. Asimismo, en la parte izquierda del pecho encontramos las condecoraciones por la batalla de  Chacabuco y Maipú.
Ya para 1820 Bernardo O’higgins había sido proclamado en Chile Director Supremo, después de su ingreso triunfal a dicha ciudad que fue realizado conjuntamente con San Martín en el año 1817.


[1]  También sería importante abordar esas estructuras de sentimiento presentes en la obra,  tal como dice Raymond Williamas en  “El campo y la ciudad”. Buenos Aires, Barcelona, México: Ediciones Paidós, 2001

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