IMÁGENES PARA UNA NACIÓN:
LOS LIBERTADORES EN LA PINTURA
DEL “MULATO”
JOSÉ GIL DE CASTRO
Chile, Argentina y Perú
Por: Sonia Arteaga
Museo Afroperuano
Museo Afroperuano
Resumen
El presente trabajo
esta compuesto por dos partes. La primera parte, gira en torno al
sujeto-artista José Gil de Castro, el pintor de los libertadores. Se indaga entorno
a la trayectoria que siguió un artista de origen “mulato”, la manera como se
fue posicionando dentro del campo artístico-cultural de la época (inicios del
siglo XIX) y la recepción crítica de la que ha sido objeto su obra.
En la segunda
parte, se realiza un abordaje analítico de los retratos de los libertadores que
realizó Gil de Castro. Precisamos que los retratos no solamente significaron
símbolo de poder y prestigio para una clase dirigente, sino que también respondieron
a la necesidad de imaginarse como una nación independiente. En este proceso
histórico y permanente de imaginar la nación, los retratos de los libertadores
se convirtieron en una mecanismo simbólico para construir la comunidad
nacional.
1. NUEVAS MIRADAS A LOS RETRATOS DE GIL DE CASTRO
Hemos
ido anotando líneas anteriores que el
retrato fue durante el período de la independencia el nuevo soporte visual e
ideológico para los protagonistas de la independencia.
Se
trata pues de una obra por encargo que consigna la historia inmediata. Pero
también es un manifiesto político. Los personajes se muestran de frente con los atributos de
sus funciones, los signos de poder y las condecoraciones obtenidas.
En
este sentido, los retratos de Gil de Castro plantea cuestiones de realidad
histórica e ideológica, pero también una nueva mirada para el análisis de las
representaciones visuales de las sociedades independientes (la formación de la
nación).
En
este sentido, los lienzos de Gil nos plantea un problema de perspectiva, en la
medida que es importante considerar diferentes dimensiones de análisis[1],
en especial aquellas que están relacionadas con el tiempo histórico y con la
idea de la construcción de una nación.
BERNARDO O’HIGGINS
Gil de Castro
realizó cuatro retratos del padre de la patria chilena. Fueron pintados en
diferentes años. El último de ellos, fue
pintado en la ciudad de Lima.
El primer retrato que pintó fue en 1820. Aquí Bernardo O’higgins aparece
de pie, cuerpo entero con ligera inclinación hacia la izquierda. Tiene puesto
el uniforme militar chileno, con el grado
de Capitán General. Lleva además la banda de fundador y de gran oficial
de la Legión de Mérito de Chile. O´higgins porta un sable dorado con dragones y
una insignia de la Legión de Mérito. Asimismo, en la parte izquierda del pecho
encontramos las condecoraciones por la batalla de Chacabuco y Maipú.
Ya para
1820 Bernardo O’higgins había sido proclamado en Chile Director Supremo, después
de su ingreso triunfal a dicha ciudad que fue realizado conjuntamente con San
Martín en el año 1817.
[1] También sería importante
abordar esas estructuras de sentimiento presentes en la obra, tal como dice Raymond Williamas en “El campo y la ciudad”. Buenos Aires,
Barcelona, México: Ediciones Paidós, 2001